Saturday, August 23, 2008

Los tesoros de Timbiquí


Por el tupido interior de la selva, ríos y cascadas; currulaos y andareles; pieles morenas y sonrisas llenan todo el espacio, cuya bella violencia apenas se intuye desde afuera.


Como un exuberante jardín. Así se ve desde el aire Timbiquí, una población ubicada en la costa meridional del Pacífico. Esta vez hasta Guapi volamos con la brigada de Alas para la Gente. De allí, en lancha hasta la desembocadura del río para cruzar después trechos de mar abierto e internase por los esteros de los imponentes manglares, considerados los ecosistemas más ricos del planeta.
Una hora y media después entramos por el río Timbiquí, el río-abuelo, y atracamos en su singular puerto que sirve por igual a las lavanderas para fregar la ropa y a los niños timbiquireños para su chapuzón diario.
Nada más llegar, la población nos da un golpe azahar del que tardamos unos cuantos minutos en recuperarnos, dejándonos plenos de evocaciones que remiten a la selva y al mar. Cierto es que acaba de rayar el medio día y aquí, a esas horas, en esta naturaleza húmeda y calurosa, las flores de naranjo y las palmeras de naidí se ponen de tiros largos para pasear sus aromas por las más de 30 hectáreas que componen el casco urbano.

En la noche vamos a la casa de la cultura para presenciar un espectáculo de música y danza. Los cueros del bombo y del cununo retumban rítmicamente hasta sacarle el diablo a quien los toque, como dicen los abuelos aquí. Las chontas de la marimba, ese instrumento netamente africano y las semillas dentro de la caña del guasá, nos entregan esa voz altiva de los ritmos afro como el abozao, la caderona, el andarele y el currulao, por siempre la principal expresión de las comunidades del litoral Pacífico, el toque rítmico y desafiante de sus penas, que quizás les permite recordar de donde vienen.

Con el nuevo día, vamos directo al muelle a encontrar a Elvis Herrera y Valentín García, guía y motorista que se encargarán de remontarnos por casi una veintena de rápidos y los 32 kilómetros de río que serpentean hasta Santa María...

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